El miércoles 13 de agosto quedará
grabado en la mente del pueblo de Jacaltenango como un hecho insólito. Por la
noche, eso de las 9:00 pm irrumpieron en el pueblo hombres armados,
secuestraron a Francisco Montejo y su hijo Paco, los sacaron con lujo de fuerza
y los llevaron amarrados a su aldea San Andrés Huista. Fue un hecho rápido,
que dejo atónitas a las personas que
patrullan por la seguridad en el pueblo. Nadie reaccionó, solamente se impuso la
actitud prepotente de esos hombres que con fuerza y violencia se llevaron a
las dos personas.
Al otro día, los rumores en el pueblo, ¡dice que¡, ¡qué bueno
que haya gente que haga justicia¡, ¡dice que esto hicieron¡ Era un mundo de
rumores que llenaba la orgia de chismes y diretes en la comunidad sin nada
claro de el por qué de los hechos. Simplemente un hecho
era real, hombres armados entraron en una casa, secuestraron a dos personas y
no se sabía nada de las condiciones de su vida.
Más avanzado el día llegaron las noticias de que Paco había
muerto, unos decían que se suicidó con un arma, que se colgó, total, había
interés de regar el rumor de la muerte y nuevamente los chismes y diretes que denigraban
el prestigio y la dignidad de una persona. Del hijo no se sabía nada.
El día 14 de agosto, por la mañana, se confirmo el hecho,
Paco había muerto, se negoció la entrega del cadáver y al hijo. La gente se
empezó juntar en la casa de habitación, muchos
dando el pésame a los familiares y así la comunidad comenzó a reunirse y a dar
muestras de solidaridad. En el pueblo de rumores, había toda clase de
explicación y posturas sobre el hecho.
El 15 de agosto es la Fiesta de la Asunción, segunda fiesta
patronal del pueblo, fue también el día
del funeral de Paco. Se adelantó el sepelio, las honras fúnebres en el templo,
porque había procesión de la Virgen y celebraciones litúrgicas por la fiesta. ¿Fiesta?
Como puede haber fiesta ante un hecho tan repugnante. Un silencio total de los
líderes religiosos en la orientación al pueblo, en cómo canalizar tantos
sentimientos encontrados. Sentimientos de satisfacción por el hecho de parte de
unos, sentimientos de rencor, de ira e impotencia por un hecho tan condenable
por parte de otros. Deja mucho que
pensar. No es cuestión de solo rezar. Como creyentes se debe discernir qué es
el camino correcto y cómo se ven desde la perspectiva de Dios los hechos de esa
naturaleza, pero el liderazgo tiene el deber moral de orientar, dirigir,
canalizar. Pero el silencio se vuelve cómplice.
Tuve la oportunidad de estar cerca de la familia cuando
cerraron el ataúd, pude sentir en el alma el dolor de la familia, escuchar las
palabras de despedida de las hijas, del hijo que también fue víctima del
secuestro, de la esposa, del papá y hermanos, a su ser querido. Una escena
dolorosa que me hizo caer las lagrimas.
Que nos enseña este hecho. Mucho, si no somos insensibles, si
queremos tomar este hecho repudiable como una oportunidad.
Hay violencia en el pueblo, hay delincuencia, pero las cosas
no se resuelven con rumores. Necesitamos tener un verdadero liderazgo, una
buena organización. Aquí tienen el deber todos los sectores del pueblo. Es un
llamado a la reflexión y buscar caminos nuevos.
Mucho daño nos hizo como comunidad el conflicto con la
anterior corporación municipal que nos dejó divididos, con prejuicios entre
nosotros. No hay confianza y no hay unidad como pueblo y en esto tienen mucha
responsabilidad líderes religiosos.
Tenemos rezagos del conflicto armado que no hemos sanado.
Hay un estado de derecho, si bien es débil, como ciudadanos
tenemos que hacer que funcione. Hacer justicia con nuestras manos, corremos el
riesgo de equivocarnos y ejemplo es este
hecho.
La presencia de la comunidad de San Andrés en hechos de violencia como este, no es la
primera vez, ha habido otras situaciones en que han actuado de la misma forma.
Me pregunto si es la mejor manera de hacer justicia. Me pregunto ¿Cuál es el
mejor camino para llevarnos a una verdadera paz y convivencia fraterna? ¿Cuánto
esfuerzo se ha hecho de parte de las autoridades para acercarse a esta
comunidad y buscar caminos nuevos para que ellos no hagan su justicia de ese
modo?
Gran tarea tienen las autoridades del país, a nivel
departamental y sobre todo a nivel local para ir afrontando estas situaciones.
La tarea de quienes manejan conciencias, las iglesias, los
grupos sociales, las comunidades, es grande. La indiferencia no es la mejor
actitud. No basta rezar hacen falta muchas cosas para conseguir la paz, dice la
canción.
A toda la ciudadanía invito
entender que debemos cambiar de actitud, caminar en una convivencia de
tolerancia y buscar los verdaderos valores que nos conduzcan a un encuentro
fraterno.
A la comunidad de San Andrés, entender que hacer su propia justicia no es el mejor
camino.
Por último esperamos que este hecho se esclarezca por las
autoridades competentes y se haga
justicia y no quede impune como muchos en el país.
Escrito por: David López.
Agosto 16 del 2,014.