El tiempo litúrgico que comenzamos a partir del miércoles de
ceniza, es la CUARESMA, un espacio
que se ofrece para la reflexión, la meditación, oración, ayuno y obras de
misericordia. Es una oportunidad para adentrarse dentro de sí mismo, un momento
de crecimiento a través de revisar en nuestra interioridad la calidad de vida
que estamos construyendo y por supuesto tomar conciencia de todo aquello que no
construye vida, nuestros errores, deficiencias, equivocaciones, nuestros
pecados. Por eso el camino es una oportunidad no solo para crecer, sino para
enmendar, pedir perdón y perdonar. Es una ocasión grande que desde la espiritualidad
cristiana católica se nos ofrece a todos, descubrir la grandeza de nosotros mismos y
volver a la armonía.
Evidentemente somos seres en relación, nuestro actuar tiene
que ver con nuestro entorno, con las demás personas, con la madre tierra y el
universo. Así que en ese esfuerzo de crecimiento lo tenemos que ver en torno a
nuestra vida con la familia, la sociedad y con Dios. Renovar nuestras
relaciones es fundamental.
Eso es la cuaresma, es verla en el camino a la Pascua, no es
cuestión solo de actos piadosos sino en
el esfuerzo de armonizarnos con la VIDA.
Solo es un pequeño aporte a la reflexión, en ese camino que
hoy empezamos hacia la Pascua del Señor Jesús que también es nuestra.
Escrito por: David López
Marzo 6 de 2,019.