Por oportunidades que la vida y
la experiencia de trabajo, estoy regresando de un tiempo de encuentro y
convivencia con diferentes comunidades de hermanos mayas emigrantes en Estados
Unidos. Un tiempo y oportunidad de compartir la vida, las luces y sombras de
miles de connacionales que se han trazado el reto de emigrar a lo desconocido y
buscar nuevas alternativas ante la pobreza y abandono que se tiene en nuestro país,
especialmente en nuestras comunidades indígenas, rurales.
Días de alegría, de entusiasmo y
esperanza, donde la gente no obstante los miedos ante una sociedad diferente,
con retos grandes de que puedan ser deportados, su situación de indocumentados,
trabajan y luchan para generar vida de sus familias y con esas penalidades aportan
a la economía de nuestro país. Recientemente en un reportaje de prensa leía
que los emigrantes en los primeros seis meses del año aportaron a la economía
con sus remesas 7 mil millones de dólares
y las expectativas para este año serán mucho más que el año pasado.
Estando viviendo esa experiencia
pude ver en la televisión el discurso
del señor presidente lloriqueando en la ONU sus confrontaciones con la CICIG,
pero de ninguna manera se refirió a los grandes retos de la nación y ninguna
referencia a la situación de los emigrantes, especialmente lo que pasa con los
niños en la frontera.
Pude ver personas recién llegadas
a ese país con brazaletes de control en los pies. Personas nuevas que van
llegando y que encuentran la solidaridad de sus familias u otros paisanos que
los acogen y los van ubicando en sus trabajos. Una mujer recién llegada me decía
que se vio obligada a llegar procedente de una aldea de San Sebastian
Huehuetenango, madre soltera, con una niña y dejo dos más. Ella escuchó del
norte, corrió el riesgo sin conocer a nadie, llegó y con decisión se ha
adaptado y encontrado entre los demás hermanos migrantes apoyo y solidaridad.
Cuantas historias que cada una puede ser un libro.
Es esperanzador que se van
organizando. Les decía: solo organizados podemos hablar en este país, en
comunidad podemos desarrollar nuestros dones y hablar de nuestra cultura y
valores. Y eso hacen los paisanos, caminando
con esperanzas. En uno de esos lugares hace pocos años, entró la emigración al lugar
de trabajo y fueron deportados mas de cien personas de la comunidad maya,
quedaron niños, familias. Sin embargo han sabido afrontar esos retos. Todo esto
con la ausencia de las autoridades del consulado de Guatemala. Cuanto por hacer
y cuanto viven esos connacionales, que en esas circunstancias son la mayor
fuente de ingresos económicos que hacen posible la camine nuestro país. Me da
pena afirmar, pero lo mejor que exportamos son personas y ellas con sus
penalidades hacen posible la economía de este país.
Volviendo, veo desesperanza, un país
en abandono, caos. Un gobierno que es desgobierno empeñado en destruir las
instituciones. Un presidente mediocre y buscando dar respuestas a poderes
paralelos y un congreso corrupto, gente
que busca la política solo para otros fines menos para el bien común. Muchos
retos que hacen pensar que esa realidad hace que la gente seguirá emigrando
porque vamos perdiendo la esperanza en nuestro terruño.
Ya vendrá la contienda política y
estarán nuevamente los mismos haciendo propuestas para seguir en lo mismo.
Mucho nos enseñan nuestro humanos
migrantes, no obstante los retos que
viven, han sabido salir adelante. De
igual modo son los retos que tenemos aquí. Que no desaparezca la esperanza.
Escrito por: David López
Guatemala, 1 octubre del 2,018.
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