SI TODOS NOS
LIMPIARAMOS DE PREJUICIOS
NUESTRA REALIDAD SERIA
DIFERENTE.
Tuve la oportunidad de vivir un tiempo en una sociedad
anglosajona, una de las virtudes que pude observar, sin idealizar esa vida, es
por su respeto a la vida y privacidad del Otro. Nadie se mete ni hace
comentario de la vida de los demás, simplemente cada quien es dueño de sus
aciertos y desaciertos, de sus éxitos y fracasos. De igual modo de la
tolerancia del uno con el otro.
Porque me atrevo a hacer esta afirmación. En nuestra realidad tanto nacional como local,
uno de nuestros defectos que no permiten armonía ni progreso es que tenemos
dentro del alma muchos resentimientos, manifestamos con nuestras críticas
destructivas la proyección de nuestros fracasos. Es así como nos dedicamos a
críticas negativas, a ver los defectos de los demás, si alguien sobresale lo
destruimos con nuestras envidias. Si alguien quiere sobresalir lo bajamos
viéndole sus defectos nunca sus virtudes. Es muy común publicar anónimos,
haciendo criticas sin asumir la responsabilidad de lo que se afirma, eso no
tiene validez porque detrás hay cobardía y saña contra el otro a quien que se
critica.
Seguramente en nuestra individualidad nadie es
perfecto, tenemos debilidades y defectos, pero si potenciamos las virtudes de los
demás veremos que hay más aspectos positivos que negativos. En el mundo de
relaciones es tan complicado, llevamos dentro de nosotros traumas y muchos complejos
de inferioridad que se complementa con nuestros defectos de carácter y eso lo manifestamos
en la familia, en los lugares de trabajo y en la sociedad.
Si queremos soñar con una sociedad nueva, tenemos que
comenzar desde dentro de nosotros. Si queremos aportar energía positiva tenemos
que trabajarnos, conocernos. Buscar ayuda si fuera necesario, solo es cuestión
de buscar un amigo que te entienda. Abrirse a los valores profundos,
particularmente a una espiritualidad humilde de abandono a Dios no importa de qué
credo seamos. Aprender el valor de la tolerancia y respeto a la individualidad
del otro
Si queremos soñar con una sociedad nueva solo es
necesario ser buena gente, saludar, ser amable. Es cuestión de abrirse al otro con
la atención de lo que es el otro. Y es muy sencillo, desde el seno del hogar,
con el hermano, hermana, con el vecino.
Si queremos soñar con una sociedad nueva, es necesario
abrirnos al dialogo sincero, atrevernos a dirigirnos al otro y no hablar a las
espaldas. No centrar en nuestros diálogos en las esquinas el deleite y morbo de
los chismes del día, sino ser propositivos.
Si queremos una sociedad nueva, valoremos a los demás,
reconozcamos los verdaderos liderazgos y los potenciemos.
Hay muchos proyectos buenos por ejemplo en nuestro
pueblo, los conozcamos, los apoyemos y trabajemos con proactividad y eso nos
ayudara a no ser negativos.
Se acercan las campañas políticas y vemos eso como
negros nubarrones, se desataran las críticas, descalificación y señalamientos de los defectos del otro. Sin
embargo, ¿se puede ver eso por venir como una fiesta cívica? ¿Podremos
sentarnos y dialogar nuestros problemas? ¿Podremos visualizar juntos las
necesidades de nuestra comunidad?
Las experiencias del pasado reciente nos tienen que
enseñar a ver todo de nuevo. Bien dicen que las crisis son oportunidades y tenemos
que cambiar de rumbo. Hay mucha juventud, son el presente y futuro. Hagamos
propuestas positivas, la vida de nuestros niños se lo merecen.
Escrito por David López
Octubre del 2,014.
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