Estoy un tiempo compartiendo con mis amigos, hermanos de
camino; un tiempo fuera del país. Y aquí alejado de todos los que haceres cotidianos
que absorben la oportunidad de ver, contemplar lo que nos toca vivir como
personas, como pueblo, como país, como nación, comparto esta reflexión.
La realidad de la lucha diaria de la mayoría de nuestro
pueblo es dura, los trabajos de campo no son como se espera, sin embargo es lo
que se tiene, y es lo que sustenta la vida y la economía de la gran mayoría de
nuestras comunidades. Ubicándome en nuestra región, nos esforzamos con el
cultivo del café, que gracias a Dios es fuente de trabajo para mucha gente, sin
embargo los costos de producción son altos y tiene poca rentabilidad, eso
desanima a los productores de la región. La siembra de productos alimenticios,
son poco reconocidos. Sin embargo, las bondades de esa actividad económica pocos
la reconocen: la reforestación que significa la siembra y cultivo de café, el
trabajo que genera, el cuidado del medio ambiente; la producción de maíz y
otros productos que se realiza en la
parte baja de Jacaltenango, es valiosa, los agricultores hacen un trabajo
grande con el poco apoyo de quienes tienen que hacerlo, llámese dependencias
del estado. Los agricultores producen la comida, llenan los mercados para
abastecer, pero muy mal pagados. Es un trabajo de héroes lo que hacen, pocas
veces recuperan sus costos, eso desanima. De igual modo hay contrabando y
competencia del maíz importado. No hay incentivos para el campesino.
En los esfuerzos de emprendimiento en las personas locales,
de igual modo, hay una economía estable a pesar de los retos que eso significa. La zona
fronteriza genera competencia desleal, hay mucho contrabando, existen grandes
tiendas con productos traídos de México que no permiten el crecimiento de
quienes están trabajando en comercio formal. Esto desincentiva. No hay apoyo de
las autoridades.
Veo un gran número de jóvenes sin empleo, jóvenes que con mucho
esfuerzo han estudiado o estudian en universidades, pero sin trabajo. Muchos se
van a la informalidad o emigran buscando otras oportunidades.
Las vías de comunicación en total desastre. Nuestras
carreteras, que tenderían que ser buenas para facilitar el transporte en un
total abandono.
El sostén económico en la región, me atrevo a opinar, es en
gran parte de las remesas que nuestros hermanos emigrantes envían a sus familias,
de otro modo la situación fuera peor.
Así, se puede contemplar un panorama poco alentador. Sin
embargo en nuestra problemática poco esperanzadora, viene el demonio de la
división, de la poca solidaridad. Cada quien por su lado. Con unas autoridades locales
que en general son corruptas y carecen de transparencia en su gestión. Viene ya
el panorama electoral y acentuará más la polarización que nos hundirá más en
nuestra desesperanza. No faltaran quienes quieran venir a ofrecer soluciones
mesiánicas y otra vez más de lo mismo.
Tenemos muchos retos, que poco los vislumbramos porque estamos
enfocados en sobrevivir y no nos da tiempo para contemplar, reflexionar y
buscar caminos de solución. Es más fácil salir, emigrar. ¿Hacia dónde vamos?
Escrito por David López.
Agosto 3 del 2,018.
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